jueves, 14 de mayo de 2009

Atracción interpersonal. ¿Por qué se quieren las personas?


¿Sabe el lector por qué quiere a sus amigos, a su pareja, a sus colegas? ¿Sabe por qué se siente atraído por alguna persona y por qué rechaza a otras? La psicología social, ha convertido también en tema de su preocupación el fenómeno de la atracción interpersonal. Aquí presentamos sus conclusiones.

Dicen que la distancia es el olvido

¿Quién no ha pololeado con alguien de su colegio o de su barrio? ¿Quién no ha cultivado sus mejores amistades entre quienes viven, estudian o trabajan cerca suyo? Uno de los factores responsables de la atracción interpersonal es la proximidad.

Investigadores norteamericanos han comprobado que es alto el porcentaje de dueñas de casa que eligen como amigos a los vecinos inmediatos, o a los siguientes, en comparación con las que eligen como amigos a los de tres o cuatro puertas más lejos de su casa. También se ha observado que en las salas de clase donde los alumnos son sentados por orden alfabético, es frecuente que las amistades se produzcan más a menudo entre aquellos cuyos apellidos comiencen con la misma letra o con letras próximas en el alfabeto.

Sin embargo, no es la cercanía el factor más importante ni mucho menos. Los grupos estudiados son más o menos homogéneos en cuanto a otros determinantes también, en cierto sentido, responsables por la atracción entre las personas: edad, nivel cultural, nivel socioeconómico, aspiraciones profesionales, intereses. Cuando se trata de grupos heterogéneos, la influencia de la proximidad es mucho menor y las amistades se hacen teniendo en cuenta otros factores. La proximidad resulta ser, entonces, más un requisito que un factor causal de la atracción: entre las personas que tenemos cerca elegimos a nuestros amigos y parejas según otro tipo de determinantes.


La persona atractiva

¿Y cuales son estos otros determinantes? Uno lo son ciertas características personales que producen atracción. Por cierto, nos sentimos atraídos por personas inteligentes, simpáticas, generosas. Pero la relevancia de estos rasgos tampoco es absoluta. Paradójicamente. un individuo demasiado perfecto no suele provocar demasiada atracción, un signo de debilidad en el lo hace más atractivo..

Muchos hombres se sienten incómodos ante una mujer muy inteligente, acaso porque inteligencia implica competencia e independencia y a les varones les gusta sentirse necesarios. Muchas mujeres consideran que los hombres con muchos atributos positivos - intelectualmente brillantes, honestos, decididos, etc. - son inabordables y sobrehumanos.

Un interesante experimento sobre el tema fue desarrollado por los psicólogos Aronson, Willerman y Floyd. Se les hizo escuchar a cuatro grupos de personas una cinta grabada sobre una entrevista, con el fin de que evaluaran al entrevistado según la impresión causada. Cada cinta - todas protagonizadas por el mismo actor y con el mismo tono de voz- era diferente. En la primera, el sujeto mostraba un alto grado de competencia, se notaba inteligente, muy profesional y contestaba prácticamente todas las preguntas de modo correcto. En la segunda cinta, el sujeto se mostraba más bien mediocre, contestaba bien sólo el treinta por ciento de las preguntas y admitía haber tenido una vida estudiantil y profesional regular. En las otras dos grabaciones se repetían estas versiones, pero los sujetos provocaban al final una situación embarazosa derramaban torpemente sobre su ropa una taza de café. (Este desastre era simulado en la cinta con ruido de vajilla al golpearse, corrimiento de una silla y la exclamación ¡ Oh, he tirado el café sobre mi traje nuevo!).

Había pues cuatro situaciones: a) Una persona de aptitud superior que cometía una torpeza, b) otra que no, c) una persona mediocre que cometía una torpeza, d) otra que no. El primer sujeto fue evaluado como máximamente atractivo, el segundo quedó en segundo lugar, el cuarto en tercer lugar y el sujeto tercero acabó siendo valorado como el menos atractivo.

El hecho de derramarse una taza de café sobre el traje (un signo de debilidad) contribuyó a hacer más atractiva a la persona perfecta, por el contrario el mismo suceso contribuye a hacer mas mediocre a la persona mediocre y en consecuencia menos atractiva.

En suma, puros atributos positivos en un individuo provocan menos atracción que si a esas virtudes se les agrega unas gotas de líquido de la falibilidad.


La insoportable belleza

¿Es el mundo de los bellos? No. No es tan así la cosa. Aunque lo parece muchas veces. A la hora de determinar ascensos, salarios, oportunidades o calificaciones, el juicio crítico de empresarios y profesores puede verse influido - conscientemente o inconscientemente - por el atractivo físico del hombre o la mujer que tienen delante. Los adultos atribuyen menos culpa a, y son más permisivos con, los niños bonitos antes que los feos. En los colegios, generalmente, las personas físicamente atractivas son las más queridas por sus compañeros. Si se quiere conseguir algo, ayuda mucho más si se es más bello que feo. Todo esto, en un primer momento, o cuando la relación que se mantiene con el sujeto atractivo es breve. Si la relación se alarga, la pura belleza no basta.

El asunto, de acuerdo a las investigaciones psicosociales, es así: de entrada la belleza física provoca en muchos casos "efecto de halo" esto es, se extiende la valoración positiva de su atractivo físico (observable) a la entera persona del sujeto, atribuyéndosele otras cualidades positivas (no observables aún y que, por lo tanto, puede o no tener). Así, al conocer una mujer buenamoza nos parece, además, simpática, inteligente, sexy, divertida, etc. Una mujer puede incluso, ver a un hombre apuesto mas alto de lo que realmente es. Por eso, en un primer momento la belleza física es un poderoso factor de atracción, pero esta percepción contaminada- este "efecto de halo"- suele disolverse en un tiempo no muy largo si la persona no posee verdaderamente las características atribuidas.

Una relación afectiva con alguien basada sólo en su atractivo físico no será duradera. La belleza es un fuerte determinante para establecer una relación, pero no para mantenerla.


Te quiero, porque me quieres

¿Quiere usted que alguien, que hasta el momento no se ha fijado en usted, comience a interesarse por su persona? Pues hágale saber con algún amigo (o amiga) que a usted le gusta.

Muchas veces basta con que nos digan: "a fulana le gustas" para que empecemos a sentir gran atracción por dicha dama.

¿Por qué? Los investigadores hablan de la reciprocidad en el afecto como un importante determinante de la atracción. Dicho de una vez: tendemos a querer a quienes nos quieren porque el aprecio que alguien siente por nosotros es una poderosa fuente de refuerzo que nos lleva a abrigar sentimientos positivos hacia esa persona.

Los psicólogos señalan también que cuanto mayor es la inseguridad de un individuo y mayores sus dudas sobre si mismo, mas tenderá a apreciar a quién manifieste cariño por él.

Elaine Welster realizó un experimento en tal sentido: antes de entrar a la habitación en que éste se iba a llevar a cabo, las jóvenes universitarias que esperaban participar eran abordadas por un hombre joven, amable y bien vestido, que en realidad era cómplice del experimentador. El joven entablaba conversación con la muchacha, manifestaba que se sentía atraído por ella y trataba de concertar una cita. En este preciso instante entraba el experimentador y se lleva a la chica al cuarto donde debía efectuar el experimento propiamente dicho. Se le comunicaba allí que el propósito del estudio era comparar los resultados de diversos test de personalidad que ella (la sujeto del experimento) había realizado previamente. En el transcurso de la prueba se le pedía a la joven que leyese una apreciación de su propia personalidad. La mitad de las muchachas leyeron descripciones altamente positivas, confeccionadas por el experimentador para elevar temporalmente su propia estima (la estima propia de cada una de las chicas). La otra mitad leyó descripciones mas bien negativas pensadas expresamente para reducir temporalmente la propia estima de cada joven y aumentar sus sentimientos de inseguridad. Finalmente y como parte también del experimento, se les solicitaba que valoricen su afecto hacia una serie de personas, un profesor, un amigo. etc. "Y ya que nos queda un renglón - señalaba entonces el experimentador - ¿por qué no valora usted también a ese muchacho con quién estaba conversando mientras esperaba? Las mujeres que recibieron información desfavorable del test de personalidad mostraron mucho mas afecto mas afecto por su admirador masculino que las que recibieron información favorable.

En definitiva -como ha señalado otro psicólogo, E. Aronson - "nos gusta gustar, y cuanto más inseguros nos sentimos, más apreciamos el hecho de gustar y, en consecuencia, más queremos a quien nos quiere".


Cada oveja con su pareja

Quizás el factor mas decisivo para producir atracción entre dos personas es a similitud de actitudes e intereses. En diversas investigaciones se ha comprobado repetidamente como a medida que aumenta el porcentaje de actitudes similares entre dos personas, se incrementa la atracción entre ellas. Sentimos pues atracción por quienes manifiestan opiniones, creencias. actitudes e intereses semejantes a los nuestros.

¿Por qué es importante la semejanza? Primero, porque las personas que sostienen actitudes similares a las nuestras nos ofrecen "apoyo social" a nuestras opiniones, nos dan la sensación de que tenemos razón, y así retuerzan nuestra interacción con ellas. Esta "onvalidación social" de nuestras creencias y juicios es, para nosotros, una recompensa, algo que nos resulta gratificante; por lo tanto, tendemos a querer a quienes estén de acuerdo con nosotros. Si alguien discrepa de nosotros, sugiere la posibilidad de que estemos equivocados; como esto no es gratificante, sino mas bien un castigo, no queremos a las personas cuyas actitudes sean disimilares a las nuestras.

Segundo, tendemos a mantener un estado de "equilibrio" entre nuestras creencias y opiniones sobre los distintos aspectos de la realidad. Una situación en la que dos personas se atrajeran mutuamente y estuvieron en franco desacuerdo a opinar e interesarse sobre diferentes asuntos seria "desequilibrada" y tendería a modificarse de algún modo con lo que, en definitiva, una relación afectiva entre dos individuos exige la comunidad de intereses y actitudes.


Los opuestos se atraen

Pero la similitud no lo explica todo. Es cierto que los opuestos muchas veces se atraen es decir que queremos a quienes son diferentes de nosotros. Así, una persona maternal no se sentirá a gusto en una relación con una persona muy independiente y tenderá a sentirse atraída por personas que deseen depender de ella. Un sujeto dominante no sentirá atracción por otra persona igualmente dominante pues la relación será conflictiva al tratar cada cual de dominar al otro; entonces elegirá como pareja a individuos sumisos. Las personas locuaces amarán a quienes sepan escuchar. Los individuos seguros buscarán en parejas pasivas. ¿Y no se encontrará una absoluta armonía en la unión de un sádico con un masoquista?

Es sumamente importante, que junto con la similitud vaya también la complementariedad. Y esto no es contradictorio ni problemático puesto que la similitud lo es de actitudes de intereses, en tacto que la complementariedad lo es de necesidades personales o rasgos básicos del carácter. Además, ambos determinantes operan de modo y en momentos diferentes. En un principio, sentimos atracción por quienes vemos similares o nosotros en actitudes o intereses; a este nivel de la relación opera la similitud. La relación, a este nivel también tiene un grado relativo de profundidad: es amistosa o poco más que amistosa. Una relación afectiva se torna verdaderamente profunda cuando además de la similitud se da también la complementariedad de necesidades. Así, entonces, en un posterior momento, de entre los personas similares a nosotros en actitudes e intereses con las que nos relacionamos elegimos a una como nuestra pareja cuando sus necesidades y rasgos básicos de personalidad resultan ser complementarios de los nuestros.

Dadas estas características -señalan los psicólogos sociales- se asegura una relación equilibrada y mutuamente recompensante.



Rogelio Rodríguez ( Publicado en Revista Creces, Julio 1992 )


...valeee, ya se que no es mío el artículo, pero me ha resultado interesante, y lo quería compartir. ^^


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